sábado, 11 de mayo de 2013

EL ESTRÉS POST-TRAMATICO EN LOS PERIODISTAS


UN MAL QUE NO ES TOMADO EN SERIO NI POR LOS REPORTEROS Y TAMPOCO POR LOS EMPRESARIOS DEL PERIODISMO

Por Carolina Hernández


Todos los reporteros que están expuestos a cubrir tragedias humanas son susceptibles a padecer este mal, que los afecta emocional y psicológicamente.

Pero antes de sacar conclusiones, hablemos de lo que es el estrés post-traumático. Esta es una reacción normal ante acontecimientos anormales, que antes se pensaba, solo afectaba a reporteros de guerra o a los combatientes, sin embargo, un estudio hecho recientemente, llamado “Vidas peligrosas: Los hombres y mujeres que reportan la guerra”, financiado por la Unesco, destacó que los “cazanoticias” viven un estrés comparado con los corresponsales de guerra.
Este se realizó en México, con 104 periodistas, de los que casi la mitad conoce a un colega asesinado por miembros de organizaciones criminales y la mayoría vive en las localidades en donde la violencia es extrema.

Guatemala no está lejos de esta realidad, especialmente en el caso de los corresponsales, bien dicen: “Pueblo chico, infierno grande”, pues debido al trabajo que desempeñan son conocidos por toda la comunidad y no digamos por los criminales.

SÍNTOMAS Y EFECTOS
Según los diagnósticos médicos este mal se puede detectar a través de varios síntomas, como la ansiedad, irritabilidad, retraimiento, insensibilidad, depresión, tristeza, enojo, desordenes alimenticios, ritmo cardiaco acelerado, trastornos de sueño, entre otros.

Todo estos signos son causado por la cobertura directa o indirecta de un suceso, o por sentirse amenazados por el crimen organizado, como es el caso de México, o cualquier persona que tenga interés en que la noticia no se publique.

Un claro ejemplo de este tipo de situaciones es Irma Tzi, colaboradora de Nuestro Diario, en Alta Verapaz. Ella a menudo cubre capturas relacionadas a Los Zetas, el cartel más sanguinario de México. Tzi cuenta que siempre pide a los editores omitir su nombre en este tipo de cobertura por miedo a sufrir alguna represalia que pueda afectarla a ella, a sus tres hijos o al resto de su familia.

Mientras que en la capital el caso es distinto, pues no es el miedo lo que ocasiona el mal, sino el impacto de las noticias, pues a diario los informadores cubren asesinatos relacionados con la extorsión, casos sobre violaciones y muertes violentas de niños, descuartizados, entre otros. Esto genera un fuerte sentimiento, que en la mayoría de casos no es aceptado por el periodista.

Los comunicadores se niegan a aceptar este tipo de estrés y le restan importancia y nunca se tratan y las empresas tampoco los ayudan a reconocer la enfermedad. En el país no hay periódicos o noticieros de radio y televisión que brinden tratamiento emocional a sus reporteros.

Las acciones para apoyar a los periodistas son simples, de acuerdo a picólogos, el estrés post-traumático puede curarse, antes que nada, reconociendo que se padece, luego platicando con un profesional de la piscología, practicando algún deporte, haciendo yoga, tomarse un pequeño descanso luego de cubrir eventos fuertes o simplemente platicando de las emociones.

En conclusión las empresas dedicadas al periodismo deberían, por lo menos, promover reuniones semanales con los reporteros para hablar sobre los sucesos relevantes y que pudieron haber tenido un impacto sobre ellos para que puedan descargar sus emociones o mandar a sus trabajadores a una consulta siquiátrica por salud mental.

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