Por Ricardo Guzmán
Guatemala,
un país multiétnico y pluricultural, además de la creciente inseguridad,
violencia en todas sus manifestaciones y delincuencia organizada, tiene un
problema mayúsculo que se conoce como linchamientos,
los cuales son consecuencia de la debilidad e ineficacia de las instituciones
del Estado, encargadas de velar
por la seguridad de todos los guatemaltecos. Los linchamientos son crímenes que deben ser analizados un
poco más allá del simple asesinato en masa. Ocurren en zonas lejanas, de difícil comunicación, donde
reinan la pobreza y el analfabetismo, y donde la población está cansada de las
acciones delincuenciales de todo tipo, incluyendo robos, asaltos y violaciones
a mujeres indefensas.
Para
el Estado de Guatemala es imprescindible incorporar a sus tareas la elaboración
sistemática de técnicas, categorías y conceptos que sepan captar y definir lo
nuevo de este conflicto, debe otorgar cada vez más importancia a los aspectos
sociológicos, económicos, culturales y religiosos en todo el país porque los
linchamientos se suceden y se van acrecentando en la debilidad de los sistemas
políticos de los gobiernos de turno.
QUE SON
LOS LINCHAMIENTOS?
Etimológicamente
se conoce como linchamiento a la ejecución de una persona sin proceso legal por
parte de una multitud, generalmente a un sospechoso de algún acto reñido con la
Ley o a un reo. Es un acto ilegal
y penado para proteger el orden público, pues el Estado debe hacer valer el
imperio de la Ley para defender su monopolio de la fuerza.
El
linchamiento se produce de forma espontánea por motivos sociológicos concretos,
normalmente por la conmoción social de un delito concreto. Sin embargo, también puede producirse
por motivos racistas, religiosos, políticos, etc., inclusive puede estar
planificado con antelación.
La
palabra linchamiento tiene su origen en el vocablo inglés lynching, originado a partir del apellido irlandés Lynch; una de las teorías refiere que el
primer linchamiento tuvo lugar en el siglo XV cuando James Lynch Fitzstephen, alcalde de Galway, Irlanda, en 1493 hizo
ahorcar a su propio hijo tras acusarlo del asesinato de un visitante español,
sin un proceso legal que respaldara tal acción.
Los linchamientos no son exclusivos de
Guatemala, en Estados Unidos de Norteamérica las cusas principales de estos
actos delictivos han sido la odiosidad contra los negros, y la soledad de las
colonias que iban estableciéndose conforme el hombre blanco extendía su influjo
hacia el Lejano Oeste.
La legislación de Guatemala, en el código
penal castiga los linchamientos bajo la denominación de “Delito de
Muchedumbre”, el que tiene las
siguientes connotaciones que lo tipifican: Si la reunión tuvo por objetivo
cometer determinados delitos, responderán como autores todos los que hubieren
participado materialmente en su ejecución, así como los que sin haber tenido
participación material asumieron el carácter de directores.
En el mismo código penal se dispone que
comete el delito de asesinato quien matare a una persona con alevosía,
premeditación o perversidad brutal, y que el responsable será sancionado con
prisión de 25 a 50 años o con pena de muerte cuando el imputado acusare peligrosidad
social.
Sin embargo y eso hay que recalcarlo, la
gran mayoría de linchamientos en Guatemala permanecen impunes, lo cual ha
provocado que los mismos se sucedan uno tras otro con toda su cauda de
violencia, terror y psicosis. Ello
impacta no solo no solo en la población local, sino también a turistas e
inversionistas extranjeros en el país.
También hay que señalar que los
linchamientos, según informes sobre el tema, no necesariamente son consecuencia
de la falta de acceso a la justicia o de que la justicia no haya sido pronta y
cumplida, sino que algunos obedecen a otras causas: Instigación, hostigamiento
religioso, impulsos sadomasoquistas a nivel de poblaciones desgarradas por la
opresión y la violencia, bajos niveles de desarrollo humano, etcétera.
Se ha generalizado la frase de que el
linchamiento es otra manifestación de la barbarie que vivimos en Guatemala, en
algunos casos hasta autoridades se ven involucradas, tal el caso del cantón
Malpaís, aldea San Ramón, Santa Cruz Barillas, Huehuetenango, donde alcaldes
auxiliares interceptaron y acusaron de estafadores a tres individuos, entre
ellos un menor de edad. La turba
los golpeó, los llevó a una escuela local y los sometió a un enjuiciamiento
popular sumarísimo del que resultaron condenados a morir ahorcados. (Prensa
Libre, 25/julio/2,012).
Otro hecho negativo en el sistema legal de
Guatemala y que fomenta el delito es el abuso de los abogados defensores,
quienes utilizando los “recursos legales” en beneficio de los acusados
postergan y debilitan el accionar de los operadores de justicia, inclusive
ocasionan mayores gastos al Estado en la ventilación de los hechos criminales.
La Ley está en lo correcto al darles
oportunidad de defensa a los infractores, pero la población percibe que esas
acciones son formas legales de atrasar la justicia y que los hechores se salgan
con la suya, ello les provoca desesperación, desconfianza y por consiguiente el
deseo de venganza, de tomar la justicia por propia mano como única forma de
evitar así más víctimas en manos de los delincuentes.
Los medios de comunicación también
influyen negativamente, pues ni el mejor de los programas promocionales logra
los impactos masivos que tienen éstos.
Algunos estudios conocidos coinciden en señalar que los medios de
comunicación perjudican en gran medida los esfuerzos promocionales de las
Autoridades, destacan sistemáticamente las “malas noticias”, al parecer las
buenas noticias no son noticia.
El
problema de los linchamientos en América Latina se generaliza, pues algunas
encuestas de opinión indican que hay un gran nivel de insatisfacción con el
rendimiento de las instituciones y sistemas de justicia en los países en vías
de desarrollo.
Las
poblaciones deciden vengarse, con todo sadismo, de los presuntos delincuentes,
a quienes identifican muchas veces por puros rumores que se trasladan de boca
en boca. La muchedumbre no repara
en si el acusado es o no culpable; simplemente vuelca sobre él toda la ira
acumulada, convirtiéndolo en una clásica víctima propiciatoria, propia de las
épocas de los sacrificios humanos.
Esos
delitos estigmatizan a nuestro país como uno de los más salvajes e
incivilizados del mundo, en el extranjero sitúan a Guatemala entre los países
más peligrosos y con un altísimo riesgo personal.
La
víctima, sea culpable o inocente, muere en medio de un sufrimiento lento y
terrible. La turba desenfrenada
atropella, destruye y liquida al que se le pone enfrente, en función de lograr
su cometido de torturar y asesinar.
El
linchamiento no sólo hace temer a los delincuentes, sino a cualquier persona,
ya sea paisano, turista o transeúnte que en mala hora ande por el respectivo
lugar donde puede ser acusado injustamente por un delito y linchado en el acto.
Las
estadísticas de la Policía Nacional Civil reportaron que en el año 2012 hubo un
total de trece (13) muertes por linchamiento, todas las víctimas fueron
hombres. En el 2011 se registraron
cuarenta y cuatro (44) muertes, lo que demuestra un descenso del 70 por ciento.
Concluyendo
puede afirmarse que el linchamiento es un delito grave que necesita atención,
las instituciones encargadas de velar por su erradicación hoy día en Guatemala,
deberán apoyarse con otras instituciones, especialmente las que tienen que ver
con las Ciencias Sociales para que también exista investigación académica sobre
el tema.
Si
la población cuenta con respaldos para enfrentar sus problemas, se sentirá más
segura y colaborará más activamente en el combate a la violencia colectiva.
Las
calles bien iluminadas, servicios regulares de transporte, limpieza urbana y
espacios abiertos adecuados son un sustento fundamental en el combate contra la
violencia.
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